Existen pocas
diferencias entre una crisis en el “mundo real” y una en el mundo online desde
el punto de vista teórico y desde todo lo relacionado con las ciencias de la
Comunicación, la Semiótica y la Semiología. Sin embargo, cuando analizamos las
particularidades tecnológicas, de plataformas y de espacios en donde se estas
se desarrollan, encontramos algunos pequeños rasgos distintivos que detallamos
a continuación:
- Es muy fácil ser el que “lanza la primera piedra” a través de filtraciones o rumores. Las barreras de acceso a los medios son bajísimas y el poder de influencia de un tweet o un post en un foro o blog es tan grande como la reputación o el capital simbólico de quien disemine ese rumor o incluso peor, puede depender del azar de que no haya nada relevante en los medios ese día o que ningún hashtag fuera lo suficientemente fuerte como para atraer la atención.
- El archivo es casi permanente, móvil, cambiante, masivo, global, de alcance inmediato, con herramientas para buscar que facilitan el trabajo de cualquiera y no tienen un costo. Así una reputación puede ser destruida, reconstruida y vuelta a destruir en 5 minutos.
- Las barreras de dialectos locales del español se reducen notablemente en el lenguaje escrito (sobre todo en el de 140 caracteres), por lo que una noticia negativa en Guatemala podría influir en Bolivia y una noticia positiva en Costa Rica, podría repercutir en Colombia.
- Poco de lo que sucede está bajo nuestro control una vez comenzada una crisis. Las medidas reactivas son menos efectivas que en las crisis de comunicación tradicionales y mucho de lo que ocurre no dependerá de nuestras gestiones. Por eso es crucial estar preparados desde antes.
- Es imposible crear los perfiles para responder en el mismo momento en que está sucediendo la crisis, ni que hablar de realizar un video.
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