Internet es compartir. Si nadie
compartiera, Internet desaparecería. Imagínense millones de máquinas conectadas
entre sí por cables, pero en modo de compartimientos estancos, entre los cuales
hay conexión física, pero no de contenido, con un ida y vuelta.
Lamento decir que hoy muchas
empresas funcionan de ese modo, con áreas que no se comunican y menos comparten
conocimientos o informaciones. En las que cada una mira para adelante,
pretendiendo ser única y creyendo que su éxito está atado al fracaso de las
demás.
En Internet es todo lo contrario.
Si a uno le va bien, a los demás también. ¿Cómo es esto? Aunque resulte
paradójico, si a Amazon le va bien y cada vez vende más artículos, estará
generando mayores posibilidades incluso para sus competidores. Si el comercio
online se desarrolla, habrá nuevos Amazon, eBay venderá más también. Porque
claramente, cada vez más gente se animará a realizar compras a través de medios
digitales.
En otro ejemplo, si un profesor
universitario publica sus tesis en plataformas abiertas o comparte sus papers
en slideshare, él no perderá la posibilidad de ganar dinero vendiendo libros.
Todo lo contrario, ganará reputación, más gente lo conocerá, adquirirá
relevancia entre la gente interesada en las temáticas que plantea y
probablemente alguna editorial se mostrará interesada en publicar su libro,
incluso cuando éste se encuentre gratuito en la Web. Por otra parte, sus
lectores también se favorecerán porque podrán acceder a buenos contenidos sin
costo o con un costo bajo (el del acceso a la tecnología).
Internet viene a acercarnos al
sentido más naif y noble de la raza humana (espero no ser demasiado exagerado).
Si los humanos no compartiéramos, nadie podría aprender un lenguaje o
integrarse en una cultura. Incluso sin quererlo, con nuestras acciones estamos
compartiendo ejemplos para imitar o para desechar. Internet permite acceder a
todo el contenido del mundo, el cual es predominantemente gratuito, con sólo un
click. Millones de personas, empresas e instituciones compartan constantemente
contenidos.
La Web es un reservorio de
información y nos da la ilusión de que todo está ahí, de que cualquier
conocimiento está al alcance de nuestra mano. Mucho de esta afirmación es real,
pero nos resalta la necesidad de saber privilegiar, filtrar y sobre todo
comprender. Es decir, de todo lo que hay, ¿Qué es importante o incluso, qué es
real?, ¿Cómo sé si lo que leo es de calidad o no? Ahí vuelve a surgir el
compartir. Sin conocimientos, es difícil saber si un contenido es real. Supongamos
que queremos aprender a fabricar un globo aerostático. En mi caso, no tengo
idea de ingeniería así que me costaría mucho saber si lo que leo es real y
servirá. Ahí surge la necesidad de compartir, de leer a otros que lo expliquen,
de evaluar la reputación de quien escribe, de ver lo que otros usuarios
comentaron, de cotejar esa explicación con otras que hay en la Web.
El ser autodidacta pareciera
altamente probable con la existencia de Wikipedia, Slideshare y otros millones
de plataformas. Sin embargo, para que esta realidad se mantenga, hace falta que
todos continuemos compartiendo continuamente.
Un claro ejemplo surge de la
época del inicio del paradigma del negocio de la música en la Web (sin hacer
una defensa de la piratería). Cuando Napster, BitTorrent, eMule y otros tantos
eran furor, se podía colocar la opción de descargar y no permitir que otros
descargaran de mi PC. En ese caso, no era compartir, era usar. Si todos los
usuarios de la Web hicieran eso, Internet desaparecería.
¿Qué tiene que ver esto de
compartir con las compañías y sus necesidades en Internet? Justamente responder
a esta pregunta de un modo fehaciente les permitirá a las empresas entender la
lógica de funcionamiento de la Web y las necesidades de sus usuarios.
¿Sirve de algo tener contenido
oculto y estático en libros en las oficinas?, ¿No sería mejor tener esos mismos
libros en Slideshare, en Calameo o en Scribd? Así podríamos conseguir más
relevancia e incluso medir el alcance de esos contenidos. Se podría saber
cuánta gente vio un libro por ejemplo, cuántas veces se compartió, cuántas
descargas tuvo, cuántos Me gusta, etc. Además, ese contenido figuraría en los
buscadores al momento en que la gente quisiera saber sobre la compañía,
posicionando mensajes cuidados, de calidad y aprobados por todos.
“Muchas de nuestras políticas de
RRHH son muy interesantes, pero nadie las conoce”, dicen algunos ejecutivos de
las áreas de personal en algunas compañías. Esto es fácil de revertir. Se logra
comunicándolo. Lo terrible sería la situación inversa: Que muchos te conozcan
por tus malas prácticas con las personas. Una alternativa muy interesante para
darle repercusión y conocimiento a esto es utilizar Linkedin. Los líderes de
las áreas de RRHH pueden volverse autoridades en diferentes materias creando
grupos de afinidad o posteando con frecuencia en la página empresarial de la
compañía en esta red social. Ahí se pueden comunicar por ejemplo: ¿Cómo
vestirse para una entrevista laboral?, ¿Cómo preparar un CV ganador?, ¿Qué
clase de profesional buscamos?, se puede transmitir la cultura de una compañía
e incluso mostrar ejemplos de jóvenes talentos que hablen vívidamente de su
experiencia. Además, se puede hacer en diversas plataformas, tales como videos
de YouTube, presentaciones de Slideshare, notas como un blog.
Estas alternativas no sólo
aportan reconocimiento y reputación sino que posibilitan contarle al mundo lo
que se hace a diario en las empresas. No hace falta inventar la pólvora a
diario sino con mostrar todo lo bueno que se hace alcanzará para que a otros
les interese.
Por último, vincularse con públicos
a través de la posibilidad de ofrecerles trabajo se vuelve realmente atractivo
para la gente como para las compañías. Abre muchas puertas y es un fin muy
noble, mucho más que al intentar vender un producto. Aquí el producto es el acceso
al desarrollo profesional.
Sí vale destacar que hay que
hacerlo con mucho cuidado para no sobre generar expectativas que luego no
puedan cumplirse. Una cosa es posicionar a una persona o a una empresa y otra
muy diferente es hacerles creer a todos que habrá empleos infinitos.
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