¿Debo seguir a todos los que me siguen en Twitter?

No necesariamente. En sus orígenes, Twitter surgió como una red social que respondía a la pregunta “¿Qué estás haciendo?”. Es decir, surgió como una herramienta para que sus usuarios expresaran movimiento, acción en un espacio comprimido. En ningún lugar se plantea que habrá amigos o gente para “agregar”.


En los inicios, la idea de usar Twitter era la de seguir a gente que dijera cosas interesantes, sin importar si no se los conocía y menos que fueran amigos. En esos primeros pasos, muchos famosos empezaron a ser early adopters y utilizaron a esta red social como herramienta para comunicarse directamente con sus fans sin la intermediación de los medios masivos. Es más, muchas veces estos últimos tomaban las declaraciones vertidas por el famoso en la red social para publicarlas y dedicarse solamente a complementar una noticia dada por esa declaración. Este proceso resulta similar a lo que ocurre con los portales de noticias en Internet que toman prestadas declaraciones vertidas por famosos en entrevistas radiales.

Con el uso extendido de Twitter, pero principalmente con su masificación, fue ganando un carácter más social. Así los usuarios comenzaron a entender a Twitter como una red social en la que se “acumulan” amigos o al menos conocidos. Los followers no son sólo seguidores. Mucha gente pretende que toda la gente a la que sigue, les retribuya el follow y los siga.

Twitter y Facebook se fueron pareciendo cada vez más. Así en Facebook cargamos fotos y videos para compartir con gente que consideramos amigos o al menos, conocidos. Allí la gente también puede seguirnos (como en Twitter) y puede postear con velocidad y frecuencia similar a la que sucede en Twitter. Por su parte, la red del pajarito también mutó. Permitió agregar imágenes, posibilitó ampliar el espacio de posteo, otorgó la alternativa para incluir videos y hasta incluyó estadísticas como las páginas de Facebook.

Dadas todas estas condiciones previamente enunciadas, resulta normal y lógico que los usuarios de Twitter pretendan que todo aquel al que siguen, los siga (como en Facebook), porque son “amigos”. Otro punto que refuerza esta idea se centra en que muchas veces, por la velocidad de Twitter y porque generalmente se lo utiliza con fines temáticos y uno termina siguiendo a gente que le resulta interesante por lo que dice o comparte (a diferencia de Facebook, en la que nos importa la persona, más allá de lo que dice o comparte), que sintamos afinidad y hasta establezcamos una amistad electrónico/digital con la gente con la que nos vinculamos diariamente.

La respuesta luego de toda esta explicación es que no. No es necesario seguir a todos los que me siguen en Twitter. Con un perfil abierto y público, yo no puedo definir y elegir a todos los que me siguen, sin embargo, al publicar ciertos contenidos, estoy definiendo a mi público. Estoy tomando diariamente una decisión, una línea editorial que hará que haya públicos a los que les interese lo que publique o comparta y otros a los que no.



Es común ver a personalidades famosas, a celebridades o a figuras públicas con perfiles sobrecargados donde dice “Seguidores” y muy flacos en donde dice “Siguiendo”.

Existía la creencia de que a mayor cantidad de seguidores y menor cantidad de siguiendo, mayor relevancia e influencia. Imaginemos un unipersonal en un teatro. Hay una persona famosa, relevante en el escenario y cientos o miles en las gradas para ver y escuchar lo que tiene para decir. Sin embargo, este actor no se detiene a dialogar con ese público. El medio de pago es la entrada, el follow. Y el actor no está obligado a devolverlo más allá de con el contenido y la performance que demuestre en cada función/ en cada twitt. 

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